¿Puede haber algo peor para un startup que está buscando la financiación, que oir un NO claro y alto por parte de todos los inversores potenciales?
Sí, puede. Lo peor que puede pasar a una startup es confundir la promesa de financiación con la realidad. Y da igual, si la promesa tiene forma de Term Sheet de un fondo de capital riesgo, de una carta de intenciones de un business angel o de una aprobación de préstamo bancario o de fondos públicos.
Hay casos en que los term sheets no se cumplan y el VC se tira para atrás. Casos en que la aprobación de un préstamo se condiciona posteriormente con requerimientos imposibles de cumplir. Casos en que la carta de intención de invertir se queda en eso - en intención. Hay decenas de casuísticas cuyo resultado es el mismo: el SÍ inicial se convierte en un NO definitivo.
Si el emprendedor empezó a gastar/invertir como si ya tuviera el dinero en el banco (contratando gente nueva, haciendo campañas de marketing masivo etc.), el NO definitivo puede llevar a la startup en grave peligro de caja vacía, sin tiempo para reaccionar y buscar financiación alternativa. Y eso pasa con bastante frecuencia, porque cada emprendedor es un optimista nato (algunos en vez del adjetivo nato utilizan el adjetivo naïve:-).
Así, la promesa de financiación se convierte en la realidad de perdición. La única solución en estos casos es el recorte drástico de gastos, lo que genera malestar, dudas en el equipo, desánimo en el emprendedor y casi siempre rumores negativos sobre la startup afectada.
Por eso siempre insisto a los emprendedores cuando los veo tan alegres por "conseguir" la financiación: Hasta que el dinero no esté desembolsado en la cuenta bancaria, la ronda no está cerrada y nada está conseguido. Hasta que el dinero no esté desembolsado, empezar a gastar como si lo tuvieras es una estrategia de alto riesgo. Puede estar bien para un partido de poker, pero no para una startup.